Soy una aburrida.
Alguien muy especial me regaló un libro de Bukowski a los 14 años. Creo que me veía como una especie de niña perdida: acababa de entrar en un instituto nuevo y me juntaba con niñas calorras, Alicia y Maca, a las que quería mucho. Sin embargo ella salían, se enrollaban con chicos y fumaban. Parece que el remedio contra aquel miedo (el de convertirme en una fumeta pasota y cutre) pasaba por leer a Bukowski. Así fue. Me encerré en mi cuarto, me leí todos los libros de Bukowski, Kerouac, Burroughs, Ginsberg, Céline, Baudelaire y Roger Wolfe que pude y hasta los 16 no hice otra cosa. Bukowski fue mi iniciador. Mi protector. Mi mayor y mejor influencia y amante. Gracias a él empecé a devorar libros de verdad. Todos los días, a todas horas. Cambié de amigos, conocí a Sara, a Bea, a Javi. Me hice medio punk. Llevaba chapitas y escuchaba Rancid y Eskorbuto. Empecé a escribir.
Alguien muy especial me regaló un libro de Bukowski a los 14 años. Creo que me veía como una especie de niña perdida: acababa de entrar en un instituto nuevo y me juntaba con niñas calorras, Alicia y Maca, a las que quería mucho. Sin embargo ella salían, se enrollaban con chicos y fumaban. Parece que el remedio contra aquel miedo (el de convertirme en una fumeta pasota y cutre) pasaba por leer a Bukowski. Así fue. Me encerré en mi cuarto, me leí todos los libros de Bukowski, Kerouac, Burroughs, Ginsberg, Céline, Baudelaire y Roger Wolfe que pude y hasta los 16 no hice otra cosa. Bukowski fue mi iniciador. Mi protector. Mi mayor y mejor influencia y amante. Gracias a él empecé a devorar libros de verdad. Todos los días, a todas horas. Cambié de amigos, conocí a Sara, a Bea, a Javi. Me hice medio punk. Llevaba chapitas y escuchaba Rancid y Eskorbuto. Empecé a escribir.
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